La ansiedad es una epidemia silenciosa.

Epidemia porque los datos son alarmantes: el Consejo General de Psicología de España estima que nueve de cada diez españoles la padecieron durante el pasado año.

Y silenciosa porque muy pocos hablan de lo que les ocurre, como si fuese algo a ocultar. Lo que hace que no se pida ayuda y se agrave el problema.

¿Qué es la ansiedad?

Lo primero que quiero resaltarte es que la ansiedad es un mecanismo natural que te protege. Su función es anticipar amenazas para evitar peligros. Si no existiese la ansiedad nos habríamos extinguido.

El problema surge cuando este estado alerta se intensifica y se prolonga en el tiempo retroalimentada por pensamientos irracionales.

Esto ocurre porque el estado de alerta de ansiedad se produce por un peligro que no está presente. Un peligro que anticipas o crees que puede pasar. Y tus pensamientos irracionales van alimentando y magnificando ese peligro hasta que tu ansiedad se dispara y aparecen síntomas.

¿Qué síntomas tiene la ansiedad?

El abanico de síntomas es enorme y depende de cada persona. Se clasifican en 4 tipos:

Síntomas fisiológicos: respiración acelerada, taquicardia, sudoración, sensación de ahogo, presión en el pecho, náuseas, sofocos, escalofríos…

Síntomas cognitivos: dificultad para concentrarse, problemas de memoria, pensamiento acelerado, pensamientos obsesivos…

Síntomas emocionales: nerviosismo, irritabilidad, miedo a perder el control, a volverte loco, a morir…

Síntomas conductuales: temblores, problemas para dormir, desajustes en la conducta alimentaria, aislamiento…

¿Qué son los pensamientos irracionales?

He comentado que la ansiedad se prolonga en el tiempo retroalimentada por pensamientos irracionales. Un pensamiento irracional es aquel que no se basa en hechos, si no en una interpretación distorsionada de la realidad. Pero para ti es verdad, y por eso provoca fuertes reacciones emocionales que afectan a tu comportamiento.

Algunos ejemplos de pensamientos irracionales:

Pesimismo: poner el foco en los aspectos negativos de cualquier situación y no fijarte en los positivos.

Catastrofismo: estar seguro de que te va a ocurrir algo terrible e inevitable.

Perfeccionismo: ponerte exigencias inalcanzables que te frustran y machacan tu autoestima.

Culpabilidad: sentir que todo lo malo que ocurre a tu alrededor es tu responsabilidad.

Leer el pensamiento: creer que sabes lo que piensan los demás y estar seguro de que tienen motivos negativos ocultos.

¿Te suenan? ¿Has tenido alguna vez este tipo de pensamientos?

En todos los casos con los que he trabajado la ansiedad se repite un patrón: el control. Querer controlar todo lo que te va a pasar, controlar lo que dicen o hacen los demás y controlarte a ti mismo. Ese deseo exagerado de control al final te lleva a la ansiedad y al descontrol.

En algún momento de tu vida vas a sufrir ansiedad, es natural. Pero si esa ansiedad de prolonga en el tiempo, se intensifica y te provoca síntomas que te dificultan hacer tu vida normal y te ocasionan sufrimiento, es el momento de pedir ayuda profesional.

Ese sufrimiento innecesario porque la ansiedad se puede tratar y eliminar. El 90% de las personas que reciben tratamiento psicológico para la ansiedad mejoran en los seis meses siguientes.

La acción es el mejor antídoto para la ansiedad y la información es el único remedio para combatir la incertidumbre.” JOHN VERDON


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