Dormir es una actividad fisiológica indispensable y una mala calidad de sueño tiene enormes consecuencias en nuestra vida. Interfiere en nuestro nivel de energía, limita seriamente nuestro rendimiento diario y afecta a nuestro estado de ánimo.

El insomnio es muy frecuente. Se estima que entre un 10-15% de la población adulta padece insomnio crónico y un 25-35% ha padecido insomnio ocasional en situaciones estresantes.

Se distinguen dos tipos de insomnio: primario o secundario. Primario es cuando sólo está presente el síntoma de dormir mal pero no hay ninguna otra patología asociada. Y secundario cuando el insomnio es consecuencia de otra patología, como puede ser problemas médicos, problemas psicológicos o efecto de medicamentos.

¿Cómo se trata el insomnio en una consulta de psicología?

Partimos de la base de que dormir es un comportamiento y la psicología es la ciencia que estudia el comportamiento humano. Por lo que cuando hay problemas para dormir es muy recomendable acudir al psicólogo.

Lo primero que vamos a hacer en la consulta es una evaluación para recoger información fundamental para entender el problema de sueño. Por ejemplo:

-Cuántas horas duermes de media, cuantas veces de despiertas, a qué hora sueles acostarte y levantarte, qué haces cuando no puedes dormir, que costumbres tienes antes de ir a dormir, diferencias entre las épocas que duermes mejor y peor, qué sueles pensar antes de dormir, cómo te sientes al levantarte….

Información muy variada que me permite descubrir cuáles son las posibles causas de ese insomnio y si es primario o secundario.

La intervención se puede iniciar sobre los hábitos de higiene del sueño. Es decir, lo primero es modificar las costumbres que tenemos asociadas al dormir y que puede que sean malos hábitos que estén provocando o agravando el problema de insomnio. Y en muchas ocasiones la intervención termina aquí, cambiando esos malos hábitos el problema desaparece.

Después, podemos intervenir sobre las causas que hemos detectado en la evaluación y también sobre los pensamientos rígidos que mantienen el insomnio. Por ejemplo: pensar que tienes que dormir 8 horas y si no vas a estar fatal durante el día, o creer que si pasan 10-15 minutos y no te has dormido aún ya no vas a dormir en toda la noche. Pensamientos que te hacen sentirte fatal, te activan y te impiden dormir.

Y si es insomnio secundario de origen psicológico, tratar el problema que lo está causando. Por ejemplo, dormir mal es un síntoma muy frecuente en los trastornos como la ansiedad y la depresión.


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