Hace ya varias semanas que ocurrió. Por qué a mí. Estaba en mi mejor momento y ahora todo se ha ido a la mierda. Adiós temporada. Estoy fuera. Aún me queda mucho para recuperarme. Me dicen que voy bien, pero yo no me lo creo, lo hacen para consolarme. Me duele mucho. Muchísimo. Esto no es normal, por mucho que me digan. Cuando esto le pasó a mi hermana, ella se recuperó mucho más rápido. Las cosas no van bien, lo noto. Aunque me digan lo contrario. No puedo pensar en otra cosa. Tengo que ir con muletas a todas partes. No puedo hacer nada. Salir a la calle es un horror. Dependo de otros. Y lo peor, no poder jugar. El equipo va bien sin mí. Tal vez para cuando me recupere ya no quieren que vuelva. Y eso si me recupero. A saber si volveré a jugar como antes. ¿Y si no vuelvo a jugar? ¿Y si aquí se acaba mi carrera deportiva?

Te has lesionado y sabes que vas a tardar semanas en recuperarte. Sientes dolor físico, el dolor asociado a que te has roto, a que tu cuerpo está sufriendo. Y además del dolor de tu lesión, ¿cuánto mas te estás añadiendo? ¿cuánto sufrimiento cargas en tu espalda?

El sufrimiento primario es el dolor físico que produce tu lesión. Pero el dolor es enormemente subjetivo. En la percepción del dolor, juega un papel muy importante la atención. Cuanta más atención le prestas, más duele. Y eso hace que te obsesiones más. Y duele más. Ya estás en el bucle.

Entonces empiezas con el autodiálogo. Empiezas a pensar y a hablarte a ti mismo. Pensamientos negativos y obsesivos que se repiten una y otra vez. Todo el día rumiando, en tu cabeza. Esto es el sufrimiento secundario. Es el dolor que no está asociado al daño físico de tu lesión, sino al daño emocional que te hacen todos esos pensamientos negativos, creerte que son verdad. Es un sufrimiento enorme que cargas en tu espalda, que multiplica el sufrimiento primario y dificulta tu recuperación. Un peso que poco a poco te hunde.

El primer paso para quitarte este enorme peso es darte cuenta de que lo llevas. Para eliminar pensamientos obsesivos, lo primero es hacerlos conscientes, escuchar lo que estás pensando. Ser consciente de ese sufrimiento secundario y de cuanto te duele.

El segundo paso es cuestionarlos. En este paso ayuda mucho hacerte las 4 preguntas que propuso Byron Katie:

  1. ¿esto es verdad?
  2. ¿puedo saberlo con absoluta certeza?
  3. ¿cómo reacciono cuando creo en ese pensamiento?
  4. ¿quién sería sin ese pensamiento?

El tercer paso es pensar deliberadamente de forma más positiva. Sustituir esas ideas tan negativas de futuro por otras más positivas, que te den fuerza. Cambiar tu estado emocional de la resignación a la aceptación.

La resignación es la emoción que se siente cuando te rindes. Estas en una situación que no te gusta, pero agachas la cabeza y no haces nada. Y sufres, sufres muchísimo porque no quieres estar así. La aceptación es cuando estás en una situación que no te gusta, lo sabes y aceptas que son las circunstancias del momento presente. Pero estas activo, no te has rendido. Actúas para cambiar esa situación y también sabes que si hay circunstancias que no puedes cambiar, entonces aprenderás a convivir con ellas.


Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *