El deporte de competición implica afrontar desafíos que te pueden llevar al límite tanto físico como mental. Por un lado, están las características propias del deporte de competición: dedicar horas a los entrenamientos, elevadas cargas de esfuerzo físico, calendario de competiciones, presión por la consecución de resultados… Y, por otro lado, como encaja toda esa dedicación con el resto de la vida del deportista: compaginarlo con estudios o trabajo y la conciliación con la vida personal.

La exposición continuada a todos estos factores hace que los deportistas están sometidos a cargas de estrés muy altas y prolongadas en el tiempo. Y, en consecuencia, son más propensos a desarrollar estados de agotamiento psicológico.

¿Qué es el agotamiento psicológico?

Es un síndrome tridimensional caracterizado por la extenuación emocional, despersonalización y reducida realización personal. Es una reacción al estrés crónico. Se caracteriza por:

  • Extenuación, tanto física como emocional, con pérdida de interés, energía y confianza en lo que haces.
  • Respuesta negativa hacia los demás, a los que se percibe de forma impersonal e insensible.
  • Sensaciones de baja realización personal, baja autoestima, fracaso y depresión, que provocan una disminución del nivel de ejecución y del rendimiento.

En definitiva, es el resultado de esfuerzos muy frecuentes y extremos, que buscan satisfacer las demandas de entrenamiento y de la competición. Pero esos esfuerzos, sin unos periodos de descanso y desconexión adecuados que permitan la recuperación, acaban generando este estado de agotamiento psicológico.

¿Qué variables pueden influir en la aparición del agotamiento psicológico?

Hay tres grandes grupos de variables que interaccionan entre sí para mantener la respuesta de estrés crónico y propiciar la aparición del agotamiento psicológico.

En primer lugar, está las variables relacionadas con la dinámica del deporte:

Entrenador: según su estilo de liderazgo, puede ser factor de protección o un precipitante.

Altas demandas competitivas: presión para conseguir resultados, calendarios de competición muy exigentes.

Excesivas demandas de tiempo y energía, quedando muy poco tiempo libre para descansar o realizar otras actividades fuera del ámbito del deporte.

Monotonía del entrenamiento: si son aburridos, repetitivos y además implican una carga de esfuerzo físico muy alta.

Carencia de refuerzos positivos: como, por ejemplo, no conseguir los resultados deseados o recibir críticas constantes a su rendimiento.

En segundo lugar, están las variables relacionadas con las características personales del deportista:

Falta de motivación: si siente que el deporte no le compensa, falta de diversión y placer, disminución del interés.

Falta de autoconfianza: cuando cree que es incapaz de alcanzar los logros planteados.

Falta de estrategias de afrontamiento al estrés: poca tolerancia a la frustración, expectativas no realistas, exceso de exigencia o dificultades para regular las emociones provocadas por el estrés.

Y, por último, en tercer lugar, están las variables ambientales:

Falta de apoyo en su grupo de referencia: si las personas de su entorno critican su dedicación al deporte o le exigen resultados.

Proyección de expectativas de los padres: cuando la familia es una fuente de presión por los resultados a tener sus expectativas sobre el rendimiento que debería tener su hijo.

-Cuando el estilo de vida externo (por ejemplo, fiestas…) tiene mucho contraste con el estilo de vida en el deporte y le resulta imposible compaginarlo.

Prevención y tratamiento del agotamiento psicológico

Es fundamental establecer estrategias de prevención, ya que, como comentábamos, los deportistas están expuestos a cargas de estrés muy altas que fomentan la aparición del agotamiento psicológico. Para ello:

-Establecer cargas de entrenamiento asumibles

-Marcar objetivos de resultados realistas

-Realizar descansos adecuados que permitan la recuperación física y psicológica

-Establecer límites a la dedicación deportiva, que permitan compaginar con otras actividades (si estudia o trabaja) y también tener un tiempo para el ocio y la vida social.

Cuando ya ha aparecido el agotamiento psicológico, la primera medida de emergencia es aliviar la carga de entrenamientos o parar unos días o incluso semana, según la gravedad del caso. Es imprescindible un periodo de descanso para recuperarse de la gran cantidad de estrés acumulado.

Después, cuando se retome la actividad, no se trata de volver a hacer lo mismo, ya que entonces volveremos al mismo estado de agotamiento psicológico. Es necesario hacer un replanteamiento de la actividad deportiva:

  • Estructurar de manera más racional el trabajo deportivo. Evitar sobrecargas o aburrimiento y programar tiempos libres.
  • Y, si es necesario, reducir número de competiciones, alternar periodos de trabajo y periodos de recuperación.
  • Revisar expectativas para hacerlas más realistas: hacer un establecimiento de objetivos realistas de resultado y rendimiento.
  • Reducir las fuentes de presión externa: sobre todo por parte del entorno deportivo y familiar.
  • Reducir el nivel de presión interna: aprendiendo habilidades de regulación del estrés y reduciendo la autoexigencia.
  • Potenciar la red de apoyo:  crear un buen clima con los compañeros y de confianza con el entrenador, que ayude a la estabilidad emocional del deportista.

Para ello, es fundamental contar con asesoramiento psicológico. El agotamiento psicológico se puede solucionar y, sobre todo, se puede prevenir. Así que, si detectas algún síntoma, no dudes en pedir ayuda lo antes posible.