La cohesión de equipo se define como “un proceso dinámico que se refleja en la tendencia de un grupo a unirse y permanecer unido en busca de unos determinador objetivos” (Carron, 1982).

Partiendo de esta definición podemos pensar que a mayor cohesión de equipo mayor rendimiento individual y colectivo. Sin embargo, no es exactamente así. La cohesión es un proceso dinámico que va variando en función de las distintas circunstancias que va viviendo el equipo. Por eso, cuanto más larga sea la temporada es esperable que la cohesión pase por distintos momentos.

También en función del tipo de tareas a las que se enfrente en equipo es más conveniente un distinto grado de cohesión. Por ejemplo, cuando son especialidades no interactivas (una prueba de relevos en natación), algunos estudios indican que un cierto grado de tensión intragrupo eleva el nivel de motivación individual lo que provoca un grado mayor de esfuerzo y rendimiento personal.

Existen dos tipos de cohesión:

Cohesión hacia la tarea: grado de compromiso con la actividad deportiva y en qué medida contribuyen para alcanzar el objetivo común.

Cohesión social: grado de afinidad entre los miembros del equipo.

En el caso que he comentado del relevo de natación, no es necesario un alto grado de cohesión social si está presente un cierto nivel de cohesión hacia la tarea.

De hecho, es frecuente caer en el error de que cohesión de equipo es que los miembros se lleven muy bien entre ellos y se diviertan. Y en ocasiones, un alto grado de cohesión social es perjudicial ya que lleva a un cierto acomodamiento. En estos casos se pueden utilizar estrategias como alterar las normas de funcionamiento interno, fomentar algo de rivalidad o prestar más atención al rendimiento individual. El resultado esperado es disminuir el nivel de cohesión social en beneficio de la cohesión por la tarea.

Es decir, se puede intervenir sobre el nivel de cohesión social y de tarea en función del momento en el que esté el equipo. Por ejemplo, si un equipo empieza la temporada con muchos cambios de jugadores, es el momento de priorizar la cohesión social. Y, al contrario, si el equipo no tiene cambios de jugadores y terminó la temporada anterior con muy buenos resultados, es el momento de priorizar variables que favorezcan el rendimiento individual, aunque a corto plazo puedan perjudicar la cohesión, puesto que parten de un buen nivel.

Por ejemplo, pensando en el transcurso habitual de una temporada de baloncesto de septiembre a mayo, se podemos intervenir sobre la cohesión para potenciar el rendimiento de la siguiente manera:

a principio de temporada potenciar la cohesión desde la selección de miembros del equipo, asignación de roles, establecimiento de objetivos individuales y colectivos, desarrollar la identidad del equipo y fomentar la comunicación.

-después, seguir fortaleciendo la cohesión a través de distintas medidas como las comentadas en las preguntas anteriores que aumenten la percepción de autoeficacia colectiva.

-una vez que exista una sólida base de cohesión y en función de cómo esté transcurriendo la temporada, se puede fomentar una cierta y sana rivalidad interna y hacer más énfasis en el rendimiento individual.

-cuando lleguen los momentos más trascendentes de la temporada, fortalecer de nuevo la cohesión de equipo.

En resumen, el entrenador y el psicólogo deportivo deben intervenir sobre la cohesión en función de las circunstancias y el momento de la temporada para generar una influencia positiva en el rendimiento del equipo.


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