El estrés es una de las variables clave que influyen en el rendimiento y el bienestar deportivo.

El estrés se define como la respuesta ante situaciones amenazantes o que superan nuestros recursos para hacerle frente. Por eso, es importante destacar que el estrés no siempre es negativo. Es una respuesta adaptativa que te ayuda a prepararte y enfrentarte a situaciones difíciles. Si un examen o una competición no te provocase estrés, no te esforzarías en prepararlo y eso te llevaría a tener malos resultados.

Pero en ocasiones la respuesta de estrés es excesiva y entonces puede llevar a perjudicar el rendimiento y la salud. La magnitud de la respuesta de estrés depende de la diferencia que hay entre lo que crees que te demanda la situación amenazante y lo recursos que crees que tienes para afrontarla.

Y aquí está es la clave de por qué no todas las personas reaccionan igual ante el estrés: depende de lo amenazante que percibas esa situación y de lo preparado que te sientas.

Vamos con la primera parte

Situaciones potencialmente estresantes

Insisto, son potencialmente estresantes porque dependen de la valoración que haga el/la deportista y eso es subjetivo.

En general, toda situación que conlleve cambios relevantes en la vida cotidiana, incertidumbre y ambigüedad, que sean difíciles de resolver y puedan tener consecuencias graves. En concreto, un/una deportista puede estar estresado/a por:

Sucesos de su vida fuera del deporte que le están afectando: situaciones familiares, de pareja, amigos, estudios, trabajo, problemas económicos…de cualquier otro ámbito de su vida.

Sucesos relacionados con el deporte: lesiones, depender de una beca, presión por ser un/a deportista promesa, vivir fuera de su ciudad de origen, hacer viajes muy frecuentes, relación con el entrenador/a y compañeros/as de equipo… Circunstancias asociadas a la práctica deportiva que le pueden ocasionar estrés.

Demandas del entrenamiento: excesiva carga de trabajo cuantitativa y/o cualitativa, falta de descanso, monotonía, mal ambiente.

Demandas de la competición: presión por lo que se juega si gana o pierde (conseguir una beca, renovación de un contrato, competir en selección, prestigio), la incertidumbre y novedad (si es la primera vez que compite en esa categoría), actuación de sus rivales, decisiones de jueces y árbitros, condiciones ambientales.

Además, hay que tener en cuenta que la presencia de varios factores estresantes multiplica la intensidad de la respuesta de estrés. Y depende de una segunda parte.

Características personales

Cada uno/a responde de manera distinta a las situaciones potencialmente estresantes y eso depende de una serie de variables personales que influyen en el afrontamiento del estrés. En concreto:

Valores y creencias: determinan la interpretación de las situaciones y provocan mayor rigidez o flexibilidad. Por ejemplo: que se entiende por éxito y fracaso o cómo te influyen las opiniones de los demás.

Estilos de afrontamiento: búsqueda de soluciones y reevaluación positiva frente a tendencia a escapar o a autoinculparse.

Recursos de afrontamiento: si el/la deportista cuenta con los recursos (físicos, técnicos, tácticos, psicológicos) y el tiempo necesario para afrontar la situación potencialmente estresante,

Apoyos sociales: sentirse apoyado ayuda a reducir el impacto de las situaciones estresantes y a percibir que se cuenta con más recursos de afrontamiento.

De la interacción de la percepción de la situación estresante y de la percepción de las variables personales depende la magnitud de la respuesta de estrés (intensidad y duración). Por eso, ante una misma situación personas diferentes responden de manera distinta al estrés o la misma persona en momentos distintos puede no reaccionar igual.

En próximos posts entraré en detalle sobre los efectos y manifestaciones que puede tener el estrés.


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