Quieres ser mejor en tu deporte. Alcanzar más resultados, destacar más. Te machacas en el gimnasio y entrenando. Le dedicas muchas horas para conseguirlo. Pero, ¿estas entrenando todo? ¿Sabes que la mente también se entrena?

Dedicar también tiempo a entrenar tu mente hace que los resultados del trabajo físico y entrenamientos se multipliquen. Cuando has entrenado tantas horas que estás al máximo de tu rendimiento y tu rival está al mismo nivel que tú, entonces la competición se convierte en un juego mental. Es tu grado de concentración y control emocional lo que determina tu desempeño. Cuando más te relajes y confíes en ti mismo, más libre y ágil se volverá tu mente. Y eso marcará la diferencia entre ganar y perder.

¿Por dónde empezar a entrenar la mente? Sin ninguna duda, empieza por entrenar tu atención.  La atención se define como:

“Aplicación voluntaria de la actividad mental o de los sentidos a un determinado estímulo.”

La palabra clave de esta definición es VOLUNTARIA. Es decir, la atención es lo que permite que decidamos en qué vamos a pensar y concentrarnos. Si no la desarrollamos, nuestra mente divaga indefinidamente sin un objetivo concreto.

Cuando dejas a tu mente errante, no controlas tu atención. Y entonces tu mente se centra en todo lo que has hecho mal, lo que tendrías que hacer y en lo que deberías haber hecho. Esto te provoca emociones como ansiedad, inseguridad, tensión, falta de confianza… ¿Qué tal juegas así?

Entrenar la atención es aprender a centrarla en el momento presente. Normalmente nuestra cabeza vaga por el pasado, generando sentimiento de culpa; o se anticipa al futuro, generando sentimiento de preocupación y ansiedad.

Esto tiene un efecto inmediato sobre el estrés, lo potencia. Y a su vez, nos distrae y dificulta la consecución de objetivos.

Atención, concentración y control emocional. ¿Qué relación hay entre ellas? Cuando no dejas a tu mente errante y regulas tu atención, te concentras en el aquí y en el ahora. Ese es el estado óptimo para competir. La atención regula la emoción. Según a lo que prestes atención, así te sentirás. Presta atención a aspectos negativos y sentirás ansiedad. Presta atención al juego y sentirás concentración.

¿Qué te distrae en el campo? ¿Afición, rivales, árbitros? La distracción más poderosa está en ti. Es tu incesante diálogo interno negativo, esa voz mental que no calla e impide que tu juego fluya. Centrar tu atención en lo que no tienes que hacer es el modo más seguro de obstaculizar tu rendimiento. Los estudios cerebrales muestran que cuestionar los detalles de la técnica mientras estás practicando es la mejor receta para el fracaso en un deportista.

Si quieres entrenar tu atención, te recomiendo que investigues sobre las infinitas posibilidades que ofrece el mindfulness. De esto hablaremos en otro post 😉


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