La palabra fracaso significa “resultado adverso en una cosa que se esperaba que sucediese bien”. Es un resultado, algo que no ha salido bien. Sin embargo, tendemos a llevar el fracaso hacia nuestra identidad. Es decir, pensar “soy un fracasado” en lugar de “he fracasado”. Esto afecta enormemente a la autoestima y determina los resultados futuros.
¿Te has planteado cómo afrontas el fracaso?
Se distinguen dos enfoques frente al fracaso:
- Enfoque fijo:
Las personas con este enfoque entienden que las capacidades y recursos son estáticos, que no pueden mejorar. Por eso, si fracasan una vez, no vuelven a intentarlo porque creen que les volverá a suceder lo mismo. Tienden a rendirse fácilmente, a evitar los desafíos y perciben el éxito de los demás como una amenaza.
¿El resultado? Si tienes este enfoque fijo, te estancarás y será muy difícil que alcances tu pleno potencial.
- Enfoque incremental
Las personas con este enfoque entienden que el esfuerzo es el camino para ser mejores y por eso es imprescindible persistir ante los contratiempos. Por lo tanto, ante el fracaso, responden probando de nuevo, aprendiendo de sus errores e inspirándose en el éxito de los demás.
¿El resultado? Con el enfoque incremental mejoras tus capacidades y recursos, lo que te permite alcanzar logros. Esto provoca una gran motivación que te sirve para esforzarse más y así sucesivamente.
¿Y tú, cómo afrontas el fracaso? ¿Lo afrontas de la misma forma en todas las áreas de la vida? ¿En el trabajo, en el deporte, en las relaciones?
Un pequeño truco que ayuda a asimilar un fracaso es cambiar la forma en la que te hablas a ti mismo. En lugar de decir “no puedo, no soy capaz, siempre, nunca, soy un…” prueba a decir “todavía no puedo o aún no lo he conseguido”. Este lenguaje mantiene la confianza de que en el futuro lo vas a lograr y te llevará al enfoque incremental.
«No se sale adelante celebrando éxitos sino superando fracasos.» Pericles
