Por lo tanto, es natural que nuestra autoestima se nutra de lo que opinan los demás. Ahora bien, cuidado. No debe ser la única información que valga ni tampoco toda opinión debe afectarnos por igual.
Desde nuestra infancia, poco a poco vamos generando el hábito de crear nuestra imagen por lo que dicen los demás. Pero, ¿acaso lo que dicen los demás es la verdad absoluta? ¿debo creerles? ¿hasta que punto lo que dicen los demás depende sus propias necesidades y no de las mías?
Si nos dejamos llevar por lo que dicen los demás, empezamos a crear una lista infinita de “deberías”. Estos deberías son como una enorme mochila cargada que llevamos a la espalda que nos pesa y nos limita. Creamos deberías respecto a todo: con mi pareja, con mis padres, con mis amigos, con mis hijos, en el trabajo, con el dinero, conmigo mismo, con mi aspecto, con mis deseos, con mis anhelos…
Una mochila enorme cargada de deberías que nos han generado lo que opinan los demás. Y ahora párate a pensar: ¿cuántos de esos deberías responden a tus necesidades? ¿cuánto son realmente una obligación para ti? ¿cuántos son imposiciones de los demás?
Tú tienes el control de tu vida, no los demás.
Ser consciente de cuantos “deberías” cargas a tu espalda es un tema de enorme importancia para el control de tu vida y para tu salud psicológica. Porque todos esos deberías, a la larga, acaban convirtiéndose en creencias limitantes. Y las creencias limitantes nos bloquean, impiden nuestro crecimiento como personas y nos alejan de lo que queremos ser y hacer.
De estas creencias limitantes es de donde surgen los miedos irracionales que minan nuestra autoestima y nos impiden brillar. Algunos ejemplos de estos miedos: miedo al que dirán, al éxito, a lo desconocido, al ridículo, a no ser aceptado, al cambio, a la responsabilidad, a quedarse solo, a destacar…
“No es fácil encontrar la felicidad en nosotros mismos, pero es imposible hallarla en ningún otro lugar” Agnes Repplier