La vida como un camino a recorrer. Cuántas veces has utilizado y han utilizado contigo esa metáfora. Como si tu vida fuera un camino marcado, que te lleva a un destino determinado y tú simplemente tienes que transitarlo.
Esta concepción de la vida como un camino a veces te condiciona y te confunde.
En tu vida hay momentos duros, difíciles y críticos. Momentos de crisis en los que te sientes perdido, no sabes hacia adónde te diriges ni sabes dónde está el camino. Momentos en los que lo más importante es reconocer que te sientes perdido y confundido. Y antes de ponerte a buscar ese supuesto camino, es mucho más importante que entiendas cómo te sientes, por qué te sientes así y qué puedes aprender de ello. Después, ya llegará el momento de retomar un camino. Un camino, el que sea, porque no es “el” camino. No hay una única opción posible.
En tu vida también habrá momentos en los que estés totalmente convencido de que ése es tu camino, de saber hacia adónde te diriges con demasiada seguridad. Cuando deseas algo con mucha intensidad y te mueves por una fuerte ambición, puede provocarte una ceguera en la que sólo veas un camino posible, cuando en realidad las opciones son infinitas.
Si ves tu vida como un camino y un viaje, entonces te propongo estas preguntas de reflexión:
- ¿Sabes lo que estás buscando? ¿qué es?
- ¿Adónde te diriges? ¿ese es el único destino posible en tu viaje?
- ¿Dónde estás ahora? ¿qué has aprendido en el camino que ya has recorrido?
Lo que me llevará al final
Serán mis pasos, no el camino
No ves que siempre vas detrás
Cuando persigues al destino
Fragmento de la letra de la canción “Antes de que cuente diez” de Fito y Fitipaldis